Inteligencia artificial y pensamiento crítico

 

“Cercano está el Dios Y difícil es captarlo. Pero donde hay peligro Crece lo que nos salva…

 Friedrich Hölderlin en su poema Patmos.

Uno de los temas más polémicos que se está planteando en el momento actual, es si las aplicaciones conversacionales actuales de la inteligencia artificial (ChatGPT, Gemini, Claude, …) pueden acabar con el pensamiento crítico, entendiendo por pensamiento crítico, la capacidad que tenemos los seres humanos para analizar y evaluar la consistencia de los razonamientos y la información que recibimos. Capacidad que conlleva siempre un proceso de identificación del problema, su investigación, la determinación de la relevancia de los datos, el plantearse preguntas, y encontrar, presentar y analizar la decisión sobre la mejor solución. 

 Antes de abordar esta problemática, es importante tener en cuenta que todo el mundo piensa; es nuestra naturaleza hacerlo. Sin embargo, gran parte de nuestro pensamiento, abandonado a sí mismo, está sesgado, distorsionado; es parcial, desinformado; o totalmente prejuicioso, atrapados por la inmediatez en un ecosistema informacional que desborda cualquier capacidad de asimilación de información (infoxicación), agravado por los algoritmos de personalización en línea que, en lugar de ofrecernos una visión amplia y diversa de las informaciones y del mundo, tienden a mostrarnos contenidos que refuerzan nuestras creencias y preferencias existentes a partir de nuestro comportamiento de navegación, nuestras interacciones en línea, nuestras preferencias y otros datos para determinar qué contenidos mostrarnos. Sin embargo, la calidad de nuestra vida y la de lo que elaboramos depende precisamente de la calidad de nuestro pensamiento, de cómo evaluamos la información y tomamos las decisiones informadas. Por tanto, debemos resaltar la importancia de cultivar, sistemáticamente, la excelencia del pensamiento.

Con el despliegue de los modelos de IA conversacionales, y la apropiación que están realizando los usuarios de las aplicaciones, se han encendido todas las alarmas en una parte de la comunidad educativa, generando una importante desconfianza sobre la relación de la IA con el pensamiento crítico. Una desconfianza que está avalada por la elaboración automática de textos estocásticos, presuntamente originales, de trabajos o ensayos académicos que una persona puede plagiar sin sonrojarse en un contexto donde no se citan las fuentes de información, donde el modelo de la IA no revela ni sus fuentes y ni los datos de su base de información que fueron utilizados en su entrenamiento. Por ejemplo, para tratar información de la actualidad con ChatGPT no es posible, porque su base de conocimiento únicamente llega al año 2021.

En un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania, “Do Language Models Plagiarize?”, llegaron a la conclusión de que cuando alguien utiliza estos modelos actuales para generar textos, debe tener en cuenta que, hoy por hoy, estos modelos de lenguaje se entrenan para imitar escritos humanos, sin enseñarles a generar contenidos sin plagio. Son como loros estocásticos que repiten palabra por palabra, o directamente van copiando y pegando contenido; parafraseando o reformulando y reestructurando el contenido sin citar la fuente original; o empleando la idea principal de un texto sin la debida atribución.  Asimismo, indican que, considerando estas limitaciones de los modelos actuales, el desarrollo de modelos más sólidos, confiables y responsables en el futuro, requiere que, en su entrenamiento, estos modelos deben aprender a escribir más correctamente, lo que supone una tarea que no ha hecho más que comenzar.

Por tanto, podemos considerar que estamos delante de una problemática coyuntural, motivada por el “estado del arte” de una revolución disruptiva en la forma en la que las personas adquieren o van a adquirir, compartir y usar el conocimiento. Esta revolución disruptiva se encuentra en sus fases iniciales e irá evolucionando, tanto tecnológicamente como en sus usos, planteando nuevos paradigmas de todo tipo. Esto significa, que debemos utilizar la IA para la generación de texto con la prudencia que implica andar por un camino que puede estar repleto de minas. Eso sí, no tenemos que renunciar a las potencialidades de la IA en su estado actual, siempre y cuando nos acerquemos a ella con un pensamiento crítico.

A modo de ejemplo: Si hoy, para realizar una investigación utilizando Internet, se requiere utilizar un buscador como Google, y acceder a múltiples webs para discriminar de una inmensa pila de varios resultados de la búsqueda, leerlos, elaborarlos, resumirlos y sacar sus propias conclusiones para la redacción de un texto, las aplicaciones conversacionales de IA actuales, por el contrario, nos pueden facilitar el trabajo ofreciendo respuestas para desarrollar nuestro trabajo con un ahorro importante de tiempo, al mismo tiempo que puede facilitar que ampliemos nuestras perspectivas sobre el tema en el que estamos centrados.   

 Y, como habíamos planteado en una entrada anterior de este blog, una de las claves más relevante para obtener buenas respuestas de una IA es la capacidad de plantear buenas preguntas. Preguntas que deberán ser acotadas, concisas, claras, enfocadas y analíticas más que descriptivas. En definitiva, la IA puede facilitar la recuperación del método socrático en la educación contemporánea. No hay que perder de vista que la IA está diseñada para aprender de los usuarios y mejorar sus respuestas a medida que se le presentan nuevas preguntas. Sus algoritmos se utilizan para analizar los datos y encontrar patrones que puedan ayudar a la IA a mejorar sus respuestas. 

No hay ningún motivo para considerar que la IA puede conducir al desarrollo de un pensamiento desiderativo, todo lo contrario, la IA puede ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades de pensamiento crítico, al proporcionarles un entorno de aprendizaje interactivo para ayudarles a comprender mejor los conceptos y desarrollar habilidades críticas explorando y experimentando con los conceptos. 

 Además, la IA proporcionará, cada vez más, una variedad de recursos educativos personalizados, ya que puede analizar los datos de los estudiantes para comprender mejor sus necesidades y proporcionarles recursos educativos personalizados que se adapten a sus necesidades. Sin olvidar, la variedad de herramientas que pueden ayudarles a evaluar su comprensión de los conceptos. Estas herramientas de evaluación pueden incluir pruebas, exámenes, cuestionarios y otros recursos educativos personalizados.

 La comunidad educativa tiene un importante reto, puesto a ponerle etiquetas, estamos a las puertas de la educación 5.0 como una nueva forma de enseñanza que utiliza la tecnología para personalizar el aprendizaje y hacer que sea más atractivo y efectivo, adaptando su enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante para desarrollar habilidades que les será de gran utilidad para el siglo XXI utilizando una variedad de tecnologías, como la realidad aumentada, la realidad virtual, el aprendizaje en línea y la inteligencia artificial. El problema es que una parte de la comunidad educativa todavía se mueve en el paradigma de la educación 1.0 (evaluaciones y trabajos individuales) e intenta ponerles puertas al campo. 

 Simplemente, un dato para finalizar: según una encuesta realizada en marzo del 2023 por Impact Research entre profesores y alumnos de secundaria (12-17 años) en los Estados Unidos, se observa un notable nivel de adopción de ChatGPT entre profesores y estudiantes. Ambos grupos claramente reconocen el potencial de los usos de la aplicación para el aprendizaje.  Un tercio de los estudiantes estadounidenses de entre 12 y 17 años, y el 51 % de los docentes, ya están utilizando esta herramienta, ya sea para planificar sus clases, encontrar actividades creativas o elaborar un conocimiento de base con el que empezar sus lecciones. En las conclusiones del estudio: el 89 % de los enseñantes y el 79 % de los alumnos que han usado ChatGPT piensan que el impacto ha sido francamente positivo. 

 


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